¿Sabías que, de acuerdo con la LOMLOE, aprender a aprender es tan importante como el contenido académico que enseñas? Y, dicho esto, esa capacidad de reflexionar sobre cómo aprendemos se llama metacognición.
En esta entrada del Blog veremos qué es la metacognición y cómo aplicarla paso a paso en el aula. Además, también compartiremos ejemplos prácticos de metacognición tanto para Infantil como para Primaria.
¡Toma nota porque empezamos! 📝
¿Qué es la metacognición?
La metacognición es un término que se refiere a pensar sobre el propio pensamiento, valga la redundancia. En otras palabras, es la capacidad de reconocer y regular nuestros procesos de aprendizaje. Cuando hablamos de metacognición, nos referimos al conocimiento que una persona tiene sobre cómo aprende. Por tanto, también abarca la autorregulación de ese proceso de aprendizaje.
Esta habilidad es fundamental en el contexto de la Educación. ¿Por qué? Pues porque permite al estudiante tomar conciencia de qué sabe, cómo lo aprendió y qué puede hacer para mejorar.
¿Por qué es importante la metacognición en el aprendizaje?
Desarrollar la metacognición en el alumnado conlleva numerosos beneficios. Al reflexionar sobre su propio proceso mental, el estudiante puede aprender de manera más profunda y efectiva. Algunos de los principales beneficios de fomentar la metacognición en educación son los siguientes:
- Aprendizaje más profundo. Ayuda a evitar aprendizajes superficiales o mecánicos. El alumno comprende mejor la materia al analizar cómo la ha entendido, consolidando así conocimientos más sólidos.
- Mejora de estrategias. Permite identificar qué métodos o estrategias de estudio le han funcionado y cuáles no. De esta forma puede repetir los éxitos y ajustar lo que no da resultado.
- Transferencia de conocimientos. El alumno comprende para qué le sirve lo que aprendió. Esto le permite aplicar ese conocimiento en situaciones nuevas, ya sea en la vida real u otras asignaturas.
- Mayor autonomía. Con la práctica metacognitiva, el alumno se convierte en un aprendiz más autónomo. En definitiva, desarrolla la capacidad de aprender a aprender. Sabe planificar, monitorear y evaluar su propio proceso sin depender del docente.
- Autoevaluación y autoestima. Esta práctica no solo mejora el rendimiento académico, sino que también refuerza la confianza del alumno. Al ver su propio progreso y entender que los errores son oportunidades de mejora, el estudiante gana en autoestima.
¿Cómo aplicar la metacognición paso a paso en el aula?
Una de las formas más efectivas de trabajar la metacognición en clase es la llamada escalera de la metacognición. Esta herramienta visual de autoevaluación propone una serie de preguntas que los alumnos responden escalón por escalón. Es como subir una escalera hacia una mayor comprensión de su propio aprendizaje.
Por ejemplo, imagina una infografía con la escalera de la metacognición con sus cuatro preguntas clave. La escalera de la metacognición está compuesta por cuatro peldaños. Cada peldaño se asocia a una pregunta sobre el proceso de aprendizaje. El alumno debe responder estas preguntas después de realizar una actividad.
Estas preguntas guían al estudiante a reflexionar en orden, desde lo más básico hasta lo más avanzado. Primero recuerda qué hizo durante la actividad y al final piensa en cómo usaría ese aprendizaje en el futuro.
A continuación, se detallan los pasos de la escalera metacognitiva y cómo aplicarlos en el aula:
- ¿Qué he aprendido?
- ¿Cómo lo he aprendido?
- ¿Para qué me ha servido aprenderlo?
- ¿En qué otras situaciones puedo utilizar lo aprendido?
El docente puede guiar al grupo a través de estas 4 preguntas detrás de una actividad. Puede hacerlo mediante una discusión guiada o pidiendo que cada alumno escriba sus respuestas. Esta dinámica de la escalera metacognitiva se puede adaptar a cualquier nivel educativo, desde Infantil hasta cursos superiores. Solo hay que ajustar la forma de reflexión según la edad del alumnado.
¿Cómo trabajar la metacognición en Educación Infantil?
En la etapa de Educación Infantil (niños de 3 a 6 años), la metacognición apenas comienza a desarrollarse. Por este motivo debe ser trabajada de forma básica y siempre con la guía del docente.
Por ejemplo, el docente puede dibujar una escalera grande en una cartulina o pizarrón. Añade pictogramas sencillos junto a cada pregunta. Tras la actividad, la maestra reúne a los niños en círculo. Entonces les pregunta en voz alta: “¿Qué hemos aprendido hoy?”. Los niños aportan sus ideas (por ejemplo: «mezclando colores descubrimos que aparecen otros nuevos»). Luego, con lenguaje sencillo, el docente los conduce al siguiente escalón: “¿Cómo lo hemos aprendido?”. Quizás un niño diga: «mezclando pinturas de colores». Se refuerza esa idea y se pasa a “¿Para qué nos sirve saber esto?”. Con ayuda del maestro, concluyen algo como: «para pintar mejores dibujos y crear nuevos colores». Por último, el docente pregunta: “¿En qué otras situaciones podemos usar lo aprendido?”. Entre todos buscan un ejemplo: «cuando estemos en casa pintando o jugando, podemos mezclar colores para hacer uno nuevo».
En Infantil, estas preguntas metacognitivas se trabajan de manera muy oral y colectiva.
¿Cómo trabajar la metacognición en Educación Primaria?
En Educación Primaria (aproximadamente 6 a 12 años), los niños ya tienen mayor capacidad de análisis y lenguaje. Por ello, la metacognición se puede trabajar con más profundidad en este nivel.
Por ejemplo, se termina una clase de Ciencias Naturales sobre las plantas, y la maestra reserva unos minutos para la metacognición. Dedica los últimos 10 minutos de la sesión a esta reflexión. La maestra pide a sus alumnos que saquen su «escalera de la metacognición» en el cuaderno. Les indica que respondan las cuatro preguntas sobre la lección. Por ejemplo, sus respuestas podrían ser las siguientes:
- ¿Qué aprendiste hoy sobre las plantas? El alumno podría escribir: «Aprendí las partes de una flor y sus funciones».
- ¿Cómo lo aprendiste? Respuesta posible: «Lo aprendí observando una flor real y leyendo el libro de ciencias».
- ¿Para qué te sirve este conocimiento? Puede contestar: «Me sirve para entender cómo crecen las plantas y cuidarlas mejor».
- ¿En qué otras situaciones podrías usarlo? Ejemplo: «Cuando haga el jardín en casa o estudie biología en cursos superiores».
La metacognición en este nivel puede integrarse mediante proyectos más amplios. Un ejemplo es llevar un diario de aprendizaje. Cada semana, los niños escriben qué cosas nuevas aprendieron y cómo las pueden aplicar fuera del aula.
En Primaria, el objetivo es que poco a poco los alumnos interioricen estas preguntas metacognitivas. La idea es que las terminen haciendo de manera casi automática.
Conclusión
Con todo, podemos decir que fomentar la metacognición en el aula es invertir en un aprendizaje más significativo. De hecho, como docentes, si incorporamos estas pequeñas rutinas de reflexión paso a paso, estaremos ayudando a crecer a nuestro alumnado de forma global.
Es decir, ellos toman las riendas de su proceso, desarrollan un pensamiento más crítico y ganan confianza en sus capacidades y en su nivel de competencias. No olvidemos que la LOMLOE tiene un enfoque competencial muy potente y les da muchísima importancia.
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