¿Te has preguntado por qué algunos métodos tradicionales ya no consiguen la atención de tus alumnos? Esto se puede deber a múltiples factores, pero uno de ellos es la neurodidáctica.
Conoce en esta entrada del Blog esta disciplina innovadora que conecta la educación con la neurociencia para entender bien cómo aprende el cerebro y aplicar ese conocimiento en el aula.
¿Estás listo/a? ¡Vamos con ello!
¿Qué es la neurodidáctica?
La neurodidáctica es una disciplina educativa reciente que une la neurociencia (el estudio del cerebro y el sistema nervioso) con la pedagogía. En esencia, se apoya en los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento cerebral para diseñar estrategias de enseñanza más efectivas. También conocida como neuroeducación, es un puente entre la ciencia del cerebro y la educación, apoyándose en la psicología para comprender cómo pensamos, recordamos y sentimos al aprender.
En vez de la memorización repetitiva, la neurodidáctica promueve un enfoque activo y personalizado: aprender haciendo. Por ejemplo, presentar los contenidos de forma visual, práctica e interactiva involucra al estudiante en experiencias significativas.
¿Por qué son importantes las emociones para la neurodidáctica?
Ciertamente, cerebro y emoción van de la mano en el proceso de aprendizaje. La neurociencia ha demostrado que el aprendizaje tiene una relación directa con las emociones: cuando algo nos entusiasma o nos toca emocionalmente, el cerebro libera neurotransmisores (como la dopamina) que favorecen la memoria y la atención. Por eso, la neurodidáctica destaca la importancia de las emociones para el aprendizaje. Un alumno motivado, curioso o sorprendido aprende mejor y retiene la información por más tiempo.
Desde un punto de vista pragmático, la importancia de las emociones para la neurodidáctica radica en que un ambiente emocional positivo potencia la plasticidad cerebral (la capacidad del cerebro de crear nuevas conexiones neuronales). Dicho de otro modo, el cerebro “necesita emocionarse” para aprender de forma óptima. La alegría, la curiosidad y la satisfacción al lograr un objetivo actúan como combustible para el cerebro.
Asimismo, un entorno libre de estrés y con confianza permite que las áreas cerebrales responsables de la memoria y la concentración funcionen a pleno rendimiento.
¿Cómo aplicar la neurodidáctica en el aula?
Existen diversas estrategias neurodidácticas que se pueden aplicar en el aula para aprovechar al máximo cómo aprende el cerebro. Algunas de ellas son:
- Aprendizaje activo y colaborativo. Fomenta metodologías como proyectos, discusiones en grupo o resolución de problemas en equipo. Al ser los alumnos participantes activos, se involucran más, refuerzan sus conexiones neuronales mediante la interacción social y construyen conocimientos de forma significativa.
- Gamificación y juego educativo. Incorpora juegos, dinámicas lúdicas y retos en tus clases. La sorpresa y la diversión liberan dopamina, lo que incrementa la motivación de los alumnos. Se puede, por ejemplo, implementar un sistema de puntos o recompensas por objetivos alcanzados.
- Estimulación multisensorial. Presenta la información usando varios sentidos: combina elementos visuales, auditivos y manipulativos. Por ejemplo, mapas mentales coloridos, videos, música o materiales táctiles. Esto aprovecha que el cerebro aprende mejor cuando intervienen múltiples vías sensoriales, facilitando la comprensión y la memoria.
- Pausas activas y movimiento. Incluye breves descansos activos durante la clase (estiramientos, ejercicios físicos sencillos o incluso bailes cortos). El movimiento voluntario reduce el estrés y aumenta la oxigenación del cerebro, lo que mejora la atención. Tras una pausa, los alumnos vuelven más concentrados y receptivos.
¿Cuáles son los beneficios de aplicar la neurodidáctica en contextos educativos?
Implementar la neurodidáctica en la educación conlleva numerosos beneficios tanto para los alumnos como para los docentes:
- Mejora la retención y la comprensión. Al aprender con emociones y experiencias, el estudiante recuerda los contenidos con mayor facilidad y por más tiempo. Los conocimientos se fijan de forma más sólida en la memoria.
- Aumenta la motivación y la participación. Metodologías atractivas (juego, proyectos, retos) hacen que los alumnos estén más implicados y entusiastas. Un estudiante motivado presta atención y muestra una actitud positiva hacia el aprendizaje.
- Atiende a la diversidad y personaliza la enseñanza. La neurodidáctica reconoce que cada cerebro es único. Adaptar la enseñanza a distintos ritmos y estilos de aprendizaje mejora la inclusión, permitiendo que cada alumno desarrolle su potencial a su manera.
- Desarrolla habilidades socioemocionales. Al integrar las emociones y el trabajo cooperativo, se fomentan la empatía, la colaboración y la autorregulación emocional. Esto resulta en alumnos con mayor inteligencia emocional, capaces de manejar mejor el estrés y convivir en armonía.
- Mejora el rendimiento académico. En conjunto, todas estas ventajas se traducen en mejores resultados. Cuando los estudiantes disfrutan lo que aprenden, su rendimiento académico mejora y disminuye la frustración o el abandono escolar.
Conclusión
Con todo, es posible afirmar que la neurodidáctica aporta una forma de enseñar más humana y basada en evidencia científica. Para los docentes, conocer estos principios brinda experiencia y confianza para innovar en el aula, creando experiencias de aprendizaje que realmente conectan con el alumno.
Además, la neurodidáctica se posiciona como un pilar fundamental para formar estudiantes motivados, capaces y con ganas de aprender.
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